

La intención de este blog es mostrar al público en general a cinco de los más representativos pintores zacatecanos. Cada pintor tiene su respectivo museo exepto Emilio Carrasco, quien tiene un taller de pintura en el Museo Francisco Goitia.
Manuel Felguérez, (Hacienda de San Agustín del Vergel, municipio de Valparaíso, Zacatecas; 1928) pintor y escultor mexicano.
Realizó estudios en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, "La Esmeralda" en 1951, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (1949-1950). Zadkine, un artista formado en el cubismo, habrá de convertirse en una de las mayores influencias para el trabajo posterior de Manuel Felguérez. en 1948, en la Academia de la Grande Chaumier en París entre 1944 y 1959 y entre 1954 y 1955, en la Academia Colarossi, de Paris, Francia gracias a una beca del gobierno frances. Estas dos últimas resultan de suma importancia para su formación, ya que es ahí donde trabaja con el escultor francés de origen ruso Ossip Zadkine
A su regreso a México, forma parte de la primera generación de artistas abstractos nacionales, abiertamente confrontados con la tradición de la Escuela Mexicana de Pintura, encabezada por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco; a la generación de la ruptura pertenecen, entre otros: Vicente Rojo, Fernando García Ponce y Lilia Carrillo, a quién había conocido con Zadkine, y con quien Felguérez se casaría en 1960, quedando viudo en 1974 cuando, tras cinco años de parálisis a causa de un aneurisma en la médula espinal muere Lilia Carrillo. Posteriormente Felguérez se casa con Mercedes Oteyza, ex esposa de Juan García Ponce.
Su carrera académica, realizada en paralelo a su actividad artística, lo llevó en 1967 a ser maestro invitado en la Universidad Cornell, Estados Unidos y en 1975, investigador huésped en la Universidad de Harvard, así como a impartir la clase de Composición de la Estructura del Cuadro en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. A partir de 1977 se convierte en investigador del Instituto de Investigaciones Esteticas de la UNAM, hasta su jubilación en 1990.
En su trayectoria ha recibido como distinciones la Beca del gobierno Francés (1954); el Segundo Premio de Pintura en la Primera Trienal de Nueva Delhi, India (1968); el Gran Premio de Honor en la XIII Bienal de Sao Paulo, Brasil (1975) por las obras producto de El Espacio Múltiple, la Beca Guggenheim Fundación Guggenheim (1975), el premio Nacional de Artes, México (1988), y en 1993 fue designado Creador Emérito por el Sistema Nacional de Creadores de Arte de México.
Se trata de un autor que ha sabido desarrollarse en dos vías paralelas: la pintura y la escultura, trabajando en este último ámbito, ha sido capaz de combinar la escultura con el mural, ocupando con ello espacios físicos que, históricamente habían estado destinados en México a formas distintas de expresión pictórica que las abordadas por él.
En la década de los setenta, tras su tránsito del informalismo hacia tendencias herederas del constructivismo, Felguérez aumenta su interés por la utilización de la tecnología en la producción plástica, y realiza dos proyectos relacionados entre sí, El espacio múltiple (1973) y La Máquina Estética (1975).
Posteriormente, a inicio de los años ochenta, abandona el trabajo con la computadora y retorna a las prácticas tradicionales, en que se desempeña hasta la fecha, oscilando siempre entre dos estilos, uno vinculado al constructivismo, y otro al expresionismo.
En octubre de 2007, se presentó la escultura Puerta 1808 en la Ciudad de México: una de las pocas piezas en la vía pública de Felguerez.
EL ARTE TRANSFORMADOR DE PEDRO CORONEL
Pedro Coronel sobresale en la historia del arte mexicano y latinoamericano como un innovador. Quizás porque contemplar su obra sea adentrarse en lo desconocido y en la exploración de lo fascinante de un mundo en perpetua transformación, en el que el milagro es todavía posible.
En la pintura de Coronel los sueños toman forma y se hacen palpables. Se trata de una pintura visualmente muy rica, enriquecida por el ojo del espectador que recompone la imagen y reconoce en cada uno de sus trazos una vivencia válida y probablemente ancestral que despierta y nos acoge en su laberinto aparentemente caótico donde el ojo es asaltado por insólitos imprevistos.